He oído a mucha gente dar por sentado que dejar subir al perro al sofá está «mal».  Sin embargo, cuando preguntas por qué, un porcentaje elevado de esas personas no acaban de saber qué responder.

Algunas, incluso, terminan por reconocer que el suyo sí sube. Y, avergonzadas por la declaración, añaden enseguida alguna frase del tipo: «Pero no siempre, eh!».

En mi caso, reconozco abiertamente que encuentro pocas cosas más placenteras que tumbarme por la noche a ver la tele en el sofá junto a mi cruce de pastor alemán.

Sin embargo, el tema de debate no debería ser tanto el hecho de si un perro puede o no subir al sillón sino la manera en la cual una familia gestiona esa permisividad. ¿Podemos acabar generando un conflicto con nuestro animal? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué?

Una de las pautas básicas para mantener una relación positiva con nuestros perros es ser consistentes con las reglas del juego. ¿Y cuáles son las reglas del juego? Pues eso dependerá de cada hogar. Podemos poner las que queramos, pero SIEMPRE deben ser respetadas. Para entenderlo rápidamente, vamos a ver un ejemplo muy claro:

Imaginemos una familia de tres miembros: madre, padre y un niño de ocho años. En el comedor, apoyada sobre un pie de madera, una fantástica guitarra eléctrica que el padre conserva con cariño desde que tocaba en un pequeño grupo durante sus años de universidad. Para el niño, la consigna es clara: la guitarra no se toca. Está prohibido.

Sin embargo, un día llega acompañado de un amigo de clase, y los dos insisten en tocarla un rato. Les hace gracia y quieren ver cómo funciona. El padre les dice una y otra vez que no, pero al final, sucumbiendo a la persistencia infantil, cede: «Bueeeno… ¡Pero sólo un rato! ¡Y sólo hoy!».

Una semana después, el niño vuelve a pedir jugar con la guitarra. El padre le dice que no, que está prohibido. Entonces el niño no entiende: «¿pero si la semana pasada pude, ésta por qué no?». Y piensa: «voy a insistir un poco más».

El padre se encuentra cansado, llega de trabajar y no está de humor para tonterías. Se niega una y otra vez. Entonces, el niño responde con una gran pataleta. El padre le regaña, la madre interviene. El niño sigue llorando… Todos se ponen nerviosos y la situación termina como el rosario de la Aurora.

¿Por qué ha ocurrido todo esto? Porque lo que, en teoría, era una consigna clara (la guitarra no se toca), resultó ser una norma inconsistente. Lo cual provocó que el niño no entendiera bien por qué unas veces sí podía acceder al instrumento y otras no, se frustrara cuando se le negaba el acceso al «juguete» y respondiera con un estallido de rabia.

Pero… ¿no estábamos hablando de perros? ¡Sí! Precisamente este ejemplo nos viene al pelo para entender qué pasa por la cabeza de un animal al cual, habitualmente, se le deja subir al sofá pero, en cambio, no se le permite hacerlo cuando ha llovido y trae las patas sucias, cuando viene la vecina del quinto a tomar café, cuando estamos mirando una película y, en definitiva, cuando se nos antoja que no tiene que subir…

El problema, en este caso, es que el perro no puede entender la razón por la cual ese recurso (el sofá) es accesible algunas veces pero otras no. Como el niño con la guitarra… Ello puede provocarle frustración y, quizás, agresividad motivada por esa misma frustración.

Entonces, ¿qué hay que hacer: dejarle subir o no? En realidad, podemos decidir lo que queramos, siempre que seamos conscientes de que, si el perro sube al sofá, deberá poder hacerlo siempre (incluso cuando llegue lleno de barro del parque) y, si no queremos que suba, no deberá poder subir nunca.

Parece simple, ¿verdad? Quizás no lo es tanto cuando resulta que esa misma consistencia hay que tenerla en todas las situaciones diarias…

Os invito a pensar cuántas veces habéis roto las «reglas del juego» con vuestro perro durante la última semana. ¿A qué recordáis unas cuantas?

La consistencia en la educación es la base para un buen equilibrio mental. Permitir a nuestros perros que su entorno sea previsible (las normas no van cambiando a cada minuto al antojo del propietario) les ayuda a reducir los niveles de estrés, aprender a tolerar la frustración y minimizar las posibilidades de conflicto.

Puede que tengas suerte y tu perro nunca haya respondido con agresividad a tu inconsistencia, pero no hay que jugársela en ningún caso. La prevención es muy importante y está al alcance de nuestra mano. Sólo hay que esforzarse un poco.

* Si tu perro muestra signos de agresividad por dominancia o por competitividad en el acceso a recursos determinados (comida, cama, juguetes, etc.), consulta tu caso con un profesional antes de decidir si debes dejarle subir al sofá o no. Con bastante seguridad, estará contraindicado. De cualquier manera, si ya tienes un problema de agresividad, hay muchas vías para encontrar una solución. Mi recomendación es que busques ayuda experta y empieces a trabajar cuanto antes.

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25 Comments

  1. Muy bueno.
    Yo cuando mi perra llega con barro o sucia, la baño para que se pueda subir, porque no se le puede explicar que está sucia y por eso hoy no puede…
    Lo malo es que la tengo que meter en la ducha bastante a menudo, pero es más importante ser consistente con ella y la higiene en casa, que perder 10-20 minutitos limpiándola.
    Pero siempre he tenido la duda ¿Es malo para ella tanta ducha?

    • No creo que la ducha frecuente sea mala si sólo la bañas con agua. Lo que puede resultar perjudicial es el uso continuado de jabón. Si no, yo al menos no veo ningún problema.

      • Muchos expertos veterinarios coinciden en señalar que no es conveniente bañar a los animales, ya que el olor es su medio de identidad y de comunicación. Sin embargo, en el caso de las mascotas domésticas, este proceso es imprescindible para mantener la higiene en el hogar y evitar que las personas contraigan determinadas infecciones. Además, cuando los perros están en casa es más agradable que estén limpios y huelan bien. No obstante, conviene seguir una serie de consejos para que esto no resulte perjudicial para su salud.

        Los baños se deben administrar a los perros regularmente, pero no de forma muy continuada, ya que ello puede disminuir las defensas que el animal posee, así como el microorganismo saprófitos y la grasa que proporciona al pelo lubricación, sedosidad y evita el resecamiento de la piel y, por tanto, la caspa. También es perjudicial bañar al perro con mucha frecuencia porque la humedad permanece en el animal durante dos o tres días, aunque se le haya secado con cuidado, aumentando las posibilidades de que el perro sufra dificultades respiratorias en el futuro.

        El tipo de manto del animal también es un factor para determinar la frecuencia, ya que el baño siempre provoca una muda de pelo, que tiene mayor importancia en los canes de pelo doble. Se puede observar que hay olores del animal que no se eliminan mediante el baño, pero el hecho de bañarles más a menudo no es una solución para erradicarlos, ya que sólo es posible hacer que desaparezcan mediante un tratamiento médico. Si el perro se ensucia mucho por su actividad o por los lugares que frecuenta, se recomienda usar algún tipo de champú en seco o en polvo y cepillarles con mucha regularidad.

    • Yo hago lo mismo, pero no la baño entera. Lo q hago es q la meto en el plato de ducha y le limpio las patitas solo, o en el bidet. También hay q decir q a ella le gusta y pone mucho de su parte, vamos q se mete solita! Y si le ha salpicado algo de barro de un charco o algo, con una toalla chica húmeda le paso todo el cuerpo.

  2. Aunque esté inactivo desde Mayo, lo retomo porque me ha surgido una duda: tengo 2 teckels, uno es más mayor que el otro.

    El mayor sabe perfectamente que no se puede subir solo al sofá, sólo puede hacerlo cuando le damos permiso y estamos nosotros en él antes…

    Pero la pequeña no lo entiende, se sube, incluso sin darle permiso y cuando está sola (aunque cuando llegamos nosotros se baja, pero el sitio está bien calentito… )

    ¿Es un error enseñarle cuándo puede y cuándo no? ¿ Por qué el otro lo entiende y ella no, si estamos aplicando las mismas directrices?

    Enhorabuena por tu blog 😉

    • Hola Virginia,
      Desde mi punto de vista, no es malo enseñar al perro a subir al sofá «a la orden», es decir sólo cuando nosotros le damos permiso. Me parece un buen ejercicio de obediencia, de hecho. Si en casa sois consistentes con las normas y los perros sólo pueden subir cuando les dais la señal, eso es perfecto. Lo que ocurre es que hay que respetar esa regla siempre: no vale que un día, porque estéis más cansados, o entretenidos con la tele, o lo que sea, dejéis que los perros suban sin señal previa. Por aquello de no hacerles un lío…
      En cuanto a lo que explicas de tu perra tekel, yo lo que te propongo es volver al inicio del ejercicio. Parece ser que no tiene del todo claro que sólo puede subir al sofá cuando le dais permiso. Quizás algo haya fallado en el proceso de aprendizaje y lo mejor sea volver atrás para corregir ese error. Tal vez esté confusa, o simplemente ella necesitara más tiempo para aprender la norma que tu perro más mayor. Te propongo que inicies de nuevo el aprendizaje desde el principio.
      Seguramente lo que a ella más le gusta es estar en el sofá contigo o con vosotros (luego hablaremos del tema de que se suba cuando no estáis, porque eso es diferente). Los perros aprecian y buscan el contacto social. Por eso, podéis trabajar el ejercicio desde el principio, premiando sólo cuando la perra sube a la orden y retirándoos del sofá y marchándoos cuando sube sin permiso. Al final, le compensará más esperar la señal para subir. Al fin y al cabo, ella lo que quiere es descansar a vuestro lado. Si os váis, el sofá, seguramente, pierda la gracia. Prueba con esto y me dices qué tal va. A ver si la cosa mejora.
      Por otro lado, lo que comentas de que sube al sofá cuando no estáis para mí es un problema diferente. Te explico cómo lo entiendo yo para ver si compartes mi punto de vista:
      En una casa hay muchas cosas valiosas para los perros, que pueden ir desde sus juguetes, hasta su cuna, pasando por la cama, el sofá o incluso un plato de comida sobre la mesa. Llamémosle a estas «cosas» recursos. Pongamos que el perro entiende que esos recursos, cuando nosotros estamos presentes, son nuestros. Es decir, nosotros tenemos acceso prioritario a ellos porque así se ha establecido desde un principio. Es una cuestión de jerarquía dentro del grupo. El animal entiende que, por lo que se refiere a ese recurso concreto, nosotros tenemos prioridad. Sin embargo, cuando nos vamos de casa y dejamos de estar presentes, ese recurso (en tu caso, el sofá) pasa a quedar descubierto. O sea que nosotros, que somos los que tenemos acceso prioritario, no estamos haciendo uso de él y, por lo tanto, el perro entiende que es su «turno». Desde mi punto de vista, en ello no hay nada malo porque, de nuevo, todo responde a una relación jerárquica que es la que hace funcionar al grupo o familia. No creo, en absoluto, que el perro esté pensando de forma maquiavélica «ahora que se han ido, para fastidiar, voy a subirme al sofá».
      Sin embargo, puede ser que no nos interese que el perro sufa al sofá mientras no estamos. Así que hay que poner a funcionar nuestro ingenio para evitar que el recurso sofá sea atrayente mientras no estamos. Conozco gente que pone encima una funda de plástico, cuyo tacto no es agradable ni confortable para el perro. Otras personas han probado con tablas finas de madera. También funciona el hecho de dejar cosas encima, para que no quede ningún hueco cómodo en el que tumbarse. En fin, aquí cada uno deja correr la imaginación, ya lo ves.
      Bueno, Virginia, espero haberte podido ayudar. Si tienes cualquier duda escríbeme e intentamos resolverla.
      Un saludo y gracias por tu comentario.

      • Mil gracias por haberte extendido tanto en la explicación, ¡lo entiendo todo perfectamente! Voy a probar todas las cosillas que me cuentas y te cuento. ¡Un saludo!

  3. Pues a Carrie y a mi nos encanta tirarnos en el sofá juntas y si hay manta de por medio muchos mejor

  4. Runpelstinki Reply

    Yo suelo dejar que mi perro se suba al sofá, siempre dándole permiso previamente. Pero vivo en casa de mi madre y ella no quiere que se suba, así que solo sube cuando estamos solos, ni siquiera pide subir al sofá cuando está mi madre, se va a su sitio directamente. Lo tiene bien pillado XD.

    • Tu perro tiene muy claro cuál es la señal para poder subir al sofá: la ausencia de tu madre. Me parece correcto lo que explicas. Al final, lo que cuenta es crear un entendimiento con nuestros perros. Tú lo has conseguido.

      Un saludo y gracias por compartir aquí tu experiencia!

  5. Siempre lo he dicho, los perros son niños de cuatro patas, y la forma de «educarlo» es «igual».
    Por cierto, muy bueno tu articulo.

    • La verdad es que es cierto que muchos consejos de educación sirven igual para perros y para niños. Al final, ambos son hábiles tomándonos el pelo si no somos claros y consistentes con nuestras pautas y límites. 😉

      Gracias por tu comentario, Kokum. Un saludo.

  6. En casa somos muchos, 4 humanos, 6 perros (4 propios y 2 plazas de acogida que van rotando) y 2 gatas. Nos encanta tener sesiones de sofá con nuestras mascotas pero claramente no cabemos todos. En casa solo pueden subir al sofá cuando se les da la orden y me alegra saber que es una buena práctica, pq leyendo el artículo primero he pensado que estábamos haciendo mal, ya que a veces pueden subir (cuando se lo indicamos claramente) y otras veces no (también lo dejamos claro). Creo que ellos lo entienden bien y debe ser así pq los 10 no cabemos jajajaja. Gracias por tu blog!

  7. Gracias por tu artículo!!!!! En mi sofá cabemos todos, animales de dos y cuatro patas…….no hay mejor sensación q el calor de tus peludos arropados todos con una mantita. Y cuando suben sucios se les da un agüita en las patas o si es menos unas toallitas y listo!!!!!

  8. A mi maridó le molesta que el perro se suba al sofá, pero a mi me encanta, es tan cariñoso y da un calorcito… Lo que se me ocurrió es proponerle que se suba a mi sillón, individual, sólo cuando yo estoy sentada y dándole permiso primero. Pero cuando estoy sentada en el sofá, me da con la patita para que me siente en el sillón con el, si no me cambió sube las patas de delante y apoya la cabeza, sin subir las patas de atrás y así se puede quedar dormidito. Sí mi marido le ve lo empuja y le regaña. No consigo entender que puede haber de malo en que se suba al sofá, con permiso claro.

  9. Tengo una cocker negra de 4 anos que es muy miedosa desde pequena,por la calle no suele acercarse a ningun perro y si son perros grandes les hace frente ladrando mucho ,en casa convive con 2 gatos y otro perro y la relacion es buena salvo cuando tiene comida o un juguete o si estamos en el sofa y uno de ellos intenta acercarse que reacciona no dejandole subirse,, a esto hay que anadir que en dos ocasiones estando mi marido en la cama me acerque y se me tiro ,se puso a grunirme ensenandome todos los dientes, tambien desde hace un tiempo intento peinarla y no me deja,cuando siempre me ha dejado,
    la noto muy positiva con todo lo que considera suyo, necesito ayuda
    gracias de antemano
    un saludo

  10. Hola! Mi perrita se subía al sofá siempre pero luego de castrada quedo con incontinencia y quiero q aprenda a no subirse… he hecho lo típico de intentar pillarla y reñirla y ella sabe q no debe subirse porque se asusta cuando llego y la encuentro allí… opte por poner sillas encima cuando yo no este pero quería saber si hay alguna solución mejor ? Gracias !

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