La semana pasada recibí un mensaje de una propietaria a cuyo perro estoy tratando actualmente. Me preguntaba si conocía algún libro sobre educación canina que mereciera la pena leer porque el tema le interesaba mucho.

Si trabajáis como etólogos o educadores caninos seguramente comprenderéis la alegría que me produjo recibir un mensaje así. Para mí, uno de los mayores retos de esta profesión es saber implicar al propietario en el tratamiento de su perro. La terapia sólo funciona cuando eso ocurre. A partir de ahí, cuanto mayor es el nivel de implicación, más aumentan las probabilidades de éxito.

Sin embargo, a veces la comunicación con el propietario no es fácil. Por eso vale la pena tener en cuenta algunos principios básicos.

CORRECTA ANAMNESIS: Hay que organizar bien la primera entrevista con el propietario para ser capaces de extraerle toda la información que necesitaremos para diagnosticar correctamente el caso. Lo ideal es disponer de un cuestionario tipo que puede enviarse previamente al cliente por e-mail o bien rellenarse directamente durante la primera visita.

Cuidado porque “TODO” es importante. Cualquier detalle sobre la historia clínica del perro, su origen y llegada a casa, su rutina, etc. puede darnos pistas para solucionar el problema.

AL GRANO CON EL DIAGNÓSTICO, PRONÓSTICO Y TRATAMIENTO: el propietario quiere saber, cuanto antes, lo que le pasa a su perro, qué posibilidades de solucionarlo tiene y qué tendrá que hacer para lograrlo. Hay que ser capaces de detallarlo y explicarlo en el primer informe que se le envía tras la sesión inicial. No podemos divagar.

ANÁLISIS DE RIESGO: Este punto es MUY IMPORTANTE. Hay que saber concienciar al propietario de los riesgos que el problema de conducta de su perro entraña para:

1- El propio animal
2- Los miembros de la familia (prestando especial atención  si en la familia hay niños, ancianos o personas con algún tipo de discapacidad y/o enfermedad)
3- Personas y otros animales en general, especialmente en los casos de agresividad.

Es imprescindible lograr que el propietario entienda la gran responsabilidad que tiene ante cualquier posible accidente y el valor de la terapia de modificación de conducta para evitarlo.

EL PROPIETARIO NO ES EXPERTO EN EDUCACIÓN CANINA, PERO DEBE ENTENDER LA TERAPIA: Guardemos la terminología específica para las charlas con los colegas de profesión. Al propietario hay que hablarle con un lenguaje claro, sencillo y adaptado a su nivel de conocimiento. Poco a poco iremos descubriendo hasta dónde quiere llegar y qué capacidad tiene para asimilar conceptos.

En cualquier caso, nos tenemos que asegurar de que entiende a la perfección el objetivo de los ejercicios de modificación de conducta. Sólo de esta manera garantizaremos su capacidad para trabajarlos correctamente en nuestra ausencia. El propietario es el ejecutor de la terapia, nosotros sólo la guiamos y pautamos.

EXPECTATIVAS REALES: La sinceridad es lo primero. Más vale decir la verdad que crear falsas esperanzas. Si el pronóstico es malo, hay que informar de ello.

Por otro lado, a veces es necesario reajustar las expectativas del propietario explicando que cada perro es diferente y, como ocurre con las personas, todos muestran tendencia a comportarse de una u otra manera. Un perro miedoso nunca va a ser el rey del parque por mucha terapia que hagamos. Entre otras cosas, porque la finalidad de la modificación de conducta no debería ser esa.

COMUNICACIÓN SIEMPRE EN POSITIVO: Vale la pena hacer un esfuerzo por poner siempre el acento en los progresos que pueden lograrse durante la terapia, en la importancia de la misma y, sobre todo, en las capacidades del perro y del propietario para llevarla a cabo. Hay un componente emocional muy importante en el trabajo de educador canino o etólogo. La empatía es clave, y la capacidad para motivar al cliente es absolutamente fundamental. Más cuando, todos los sabemos, habrá momentos de frustración durante la terapia.

Se podrían añadir muchos más puntos, y seguramente, como en toda profesión, “cada maestrillo tiene su librillo”. En cualquier caso, los citados me parecen importantes y no deberían obviarse nunca.

Que disfrutéis de vuestro trabajo 😉

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4 Comments

  1. Creo que lo expuesto en el post anterior describe a la perfección el método y evolución a seguir para conseguir un éxito global en todos los aspectos,gracias!

  2. Hola! Hace muy poco descubrí tu web mientras buscaba información para ponerme al día después de adoptar a nuestro pequeño peludo. Así que lo primero es darte la enhorabuena porque tus contenidos se merecen un 10 sobre 10 🙂
    En cuanto a esta última publicación voy a exponer brevemente mi caso de mala comunicación con el educador. A la semana de tener en casa a nuestro perrete (adoptado de una protectora), acudimos a una jornada de socialización, invitados por la etóloga de la protectora. Y la experiencia fue bastante buena para nuestro cachorro (se lo pasó genial y aprendió mucho del resto de manada). Pero nosotros nos fuimos con una mala sensación, una mezcla de culpabilidad e inexperiencia transmitida por los 2 profesionales del centro. Nos trataron un poco como si ya tuviésemos que ir preparados, y cada pregunta que hacíamos parecía que les molestase, como si fuese nuestro DEBER conocer la respuesta… En definitiva, nos trataron como si fuésemos unos pardillos, cuando estoy convencida que las dudas que formulamos eran completamente normales para alguien que es nuevo en esto, quiere aprender y darle lo mejor a su perro.
    No sé si a alguien más le ha pasado algo así pero ojalá que muchos profesionales tengan en cuenta también todo lo que comentas en tu post. Porque es importante comunicarte con el perro, pero igual de importante es saber comunicarte con la persona responsable del animal.

    Muchas gracias por tu atención, un abrazo.

    • Gracias por compartir aquí tu experiencia, Natalia. Lo que explicas es un ejemplo de mala práctica por parte de etólogos profesionales. La verdad es que no siempre es fácil hacer bien el trabajo, pero comentarios como el tuyo nos ayudan a tener muy en cuenta el punto de vista del propietario.
      Un abrazo.

      Alba

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